Gracias a los cambios que ocurren dentro de la boca en las alturas y con baja presión, el sabor de los alimentos cambia, ocasionando que la comida sepa “raro”.
Los cambios en la boca, modifican el sabor de la comida |
Papilas
gustativas, esos receptores
del gusto que están en la lengua, son los principales
responsables del sabor de los alimentos para el ser humano y
cualquier variación de su estado, puede influir de una
forma u otra en lo placentero del acto de comer.
Desde enfermedades como
la gripe, medicamentos que van desde los de la tensión,
antibióticos y antihistamínicos a la quimioterapia, bajo consumo de zinc la
altura, pueden influir al degustar la comida, cambiándolo todo.
No
importa si es en primera clase o económica, el sabor siempre cambiará |
Esa comida que se sirve en los aviones tiene muy
mala fama, sin embargo, podría haber una razón
científica por la cual, los alimentos no sepan igual de bien cuando son
consumidos durante un viaje por los aires, más allá del hecho que el pasajero
se encuentre en primera clase o clase
económica. Esta razón podría tener más que ver con la altitud que con la calidad de los
ingredientes, y con la presión
atmosférica, más que con el tipo de preparación o la receta usada.
En la mayoría de los vuelos
comerciales, mientras los aviones levantan vuelo, la presión atmosférica se va reduciendo lentamente hasta
llegar al equivalente de haber escalado una montaña de más de 2000 metros de
altura, esta es la razón por que los oídos se tapan durante el despegue, ya que
el aire en el oído medio se expande, crea presión para luego
salir con un sonoro “pop” por la trompa
de Eustaquio hacia la nariz.
La comida servida en los aviones cambiará su gusto en las alturas |
Es
bien sabido que las presiones atmosféricas reducidas y bajos
niveles de oxígeno en el ambiente reducen
el apetito, pero también se piensa, que aún los leves cambios e presión
relacionados con el vuelo, son suficientes como para cambiar la sensibilidad ante
algunos sabores. Por ejemplo a más
de 3500 metros, el umbral para probar sustancias saladas y
dulces aumenta, mientras que para las amargas y acidas disminuye.
La atmósfera
seca dentro del avión también influye, puesto que esta reseca
la boca ya que en la saliva la cantidad de agua
disminuye haciéndola más viscosa y creando una sensación pastosa, lo que deja
un regusto salado, igualmente una alta concentración del glutamato presente
en esta secreción también afecta el gusto. Y volviendo a la viscosidad, el
gusto es una función de la solubilidad de los alimentos en la
saliva, lo que también se complica con una boca seca.
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